Todo el mundo que tiene un cachorro y juega con él, sabe a qué se enfrenta. Aunque aún hay muchos, que se preocupan porque su cachorro cuando juega les muerde… Pero una preocupación seria de que cuando el perro crezca se tirará al cuello de las personas, y no.
Este es un ejemplo, de cómo queda mi mano después de jugar con Uma:
Y las marcas anteriores también son de ella. Entre los dientes afilados y las uñas afiladas (que por cierto ya se las hemos cortado), nos deja hechos unos cuadros. Ya no solo porque vamos marcados como vacas, sino que hemos tenido que tirar ropa porque estaba hecha trizas: leggins ya he tirado dos, jerseys de lana o hilo, he perdido la cuenta, zapatillas deshilachadas… y es si quieres un cachorro que sufre el crecimiento de los dientes de leche, o te enfundas en un traje de neopreno o acabas renovando el armario a la fuerza.
Este comportamiento es totalmente normal, lo que sí o sí debe hacerse es cortar el juego cuando se pasa de intensidad en la mordida. Porque nos ha llegado a hacer sangre, y ella se da cuenta.
Hay veces que puedes jugar tranquilamente, y va mordiendo poco a poco, con suavidad, sin embargo, hay veces que está tan excitada y nerviosa que te clava el diente hasta el hueso y ahí es cuando, presa de su posesión demoníaca, no hace ni caso, y si no te muerde las manos te muerde los tobillos, el pantalón, el zapato…. ¡lo que pille! y es cuando la llevamos a un cuarto y la cerramos 2 minutos, como si fuera el rincón de pensar de los niños pequeños. Entonces, es automático: sale muy relajada y volviendo a jugar con calma.
Y es que no se puede fiar una de unos dientes así:
Son puros alfileres.
Ahora con 3 meses de edad, no tardará mucho en cambiar los dientes y la mordida será mucho menor, pero no hay que bajar la guardia, y ante cualquier apretón más fuerte de lo normal, se le hace saber que eso no se hace y se para el juego.
Porque he de confesar, que muchos familiares y amigos le temen cuando la ven, dada su efusividad en el juego. Y es que ¡no se puede ser tan simpática!